Saturday, April 24, 2010

Estambul: último día en la tierra de Atatürk

Hoy nos lo tomamos con calma antes de salir del hotel. Después del desayuno, como cada mañana, volvemos a la habitación y nos relajamos un rato para prepararnos para el largo día. Para mí la relajación consiste en trabajar un poco en un artículo sobre un sistema de recomendación que estoy escribiendo con Víctor. Los niños cada día desayunan lo mismo. El plan es ir en ferry por el Cuerno de Oro, pero, como llegamos con antelación a la taquilla donde venden los tickets, nos damos una vuelta por el barrio del Bazar. La idea es encontrar algo que comer, y al final compramos frutos secos. Confirmamos también que en Estambul no venden falafels.   :-(   En cambio existen tiendas solo de Bakugan:




El ambiente de esta ciudad es indescriptible: la mezcla del caos con las oraciones que resuenan por todas partes, mujeres íntegramente vestidas de negro, los pañuelos multicolores que llevan casi todas las mujeres en la cabeza, los gatos, los autobuses anticuados, los infinitos vendedores ambulantes, los turistas (hoy ya se ven más que los días anteriores), los atascos. Curiosamente casi no hay motos. En el ferry empezamos una partida de Catan (versión dados).




Como hacía tiempo que no jugábamos, estamos tan entusiasmados que a la vuelta se nos pasa la parada ¡y vamos a parar de nuevo a Asia! Pero no llegamos a bajar casi del ferry. Siguiente destino: la mezquita de Suleyman, la más famosa de Estambul y del mundo otomano. Lamentablemente la están restaurando, así que a duras penas podemos verla desde fuera:


En Istiklal Caddesi, la calle equivalente a las Ramblas de Barcelona pero de mayor magnitud, nos encontramos con un montón de policías antidisturbios preparados para atacar si llega el momento. Por lo menos eso parece. La verdad es que se me hace difícil imaginar una revuelta en un lugar con tanta concentración de gente. Al ver a los antidisturbios, Iain me dice: “Non mi dire che cominciano la guerra!” Al ir a dormir, como cada noche, se oye música que resuena a lo lejos, pitidos de coches, alguna que otra sirena de policía. No es molesto para nosotros porque estamos en un 5º piso y tenemos el sueño profundo. Y es ya en sueño que nos despedimos de la tierra de Atatürk:

Friday, April 23, 2010

Estambul: grandes contrastes

Hoy es el día del niño en Turquía. Es sorprendente la manera tan cariñosa que tienen de tratar a los niños aquí. Se respira calor humano. La verdad es que se ve poca gente pidiendo en las calles; los que se ven son sobre todo lisiados. Pero hay gente extremadamente humilde vendiendo cualquier cosa, muchos ancianos. Nos ha impactado también ver a ancianos cargando varias cajas a sus espaldas mediante una especie de mochila-plataforma que les permite llevar más peso, con la espalda completamente plegada en ángulo recto, caminando por subidas. La nube de ceniza ha dejado de ser noticia. La nube sigue ahí, pero ya nadie se preocupa. Los grupos de presión de las compañías aéreas han silenciado completamente los sistemas de información. Hoy vamos a Asia otra vez. En el ferry preguntamos por qué hay tantas banderas por toda la ciudad (banderas gigantes):


Nos explican que se celebra la liberación de Turquía de 1923 gracias a Atatürk, héroe nacional que salvó al país de los aliados, que estuvieron a punto de repartírselo después de la Primera Guerra Mundial. Cada día los niños tienen derecho a gastar 2 liras turcas (1 €) en lo que quieran. Normalmente se compran un par de T-box. Pero hoy, como es el día del niño, les dejo gastarse 1.5 €. Repartimos por la ciudad algunos de los puntos de libro que habíamos preparado para la First Lego League, pues se explica la leyenda de Sant Jordi



Hemos buscado tampones para la higiene femenina en dos supermercados y no tienen. Quizá los vendan en las farmacias, quizá no usan. He intentado explicar a un dependiente, que apenas entendía inglés, lo que es un tampón para la higiene femenina. Como el dependiente seguía sin entender, se ha paseado por toda la tienda repitiendo “tampax” hasta que ha encontrado otro dependiente, que tampoco sabía lo que era. Los niños empiezan a decir que tienen mucha suerte de saltarse la escuela toda la semana. Entonces les digo: “Noi siamo in missione, non in vacanza. Ma la missione è stata anullata”. Vemos un gato sin una pata que corre muy bien. Los niños enseñan a Pilar la otra casa de los gatos que visitan de vez en cuando. Lyle dice a Pilar: “No comas pescado, que igual viene del Bósforo y estará contaminado”. Y es que es chocante ver tanta gente pescando en el puente Gálata, y tantos ferrys arriba y abajo. Hoy para ir a Asia, el viaje en ferry dura apenas unos minutos. Nada que ver con la travesía que hicimos por el estrecho del Bósforo que duró todo el día, hasta el Mar Negro. Los niños están contentos porque como no vamos a repetir la travesía ahora que Pilar está aquí, habrán visto algo que ella no ha visto: el Mar Negro. Pasamos unas horas en Asia. En Üsküdar concretamente. Entre su colección de mezquitas visitamos la Valide Camii:


Nos sentamos en un banco en medio del bullicio para prepararnos unos bocatas:


Una anciana que se sienta al lado de Pilar amablemente aprovecha para colocarle bien la camiseta por detrás. Tanto en la parte asiática como en la europea, se ven bastantes mujeres vestidas completamente de negro, algunas con el velo que les tapa media cara. Muchas son jóvenes. Después de Asia vamos al barrio del Bazar. Ayer ya vimos un poco, pero hoy nos adentramos en el caos. Al entrar en el Gran Bazar, hay un policía que, sin darnos cuenta se nos echa encima para escanearnos la mochila. ¡Hasta la mochila que lleva Lyle escanea! Es increíble lo mucho que resisten los niños caminando. Están hechos unos auténticos exploradores, todo el día arriba y abajo. Se encuentran perfectamente, ni rastro de tos. La única adquisición de Pilar en el Bazar: una máquina de coser pequeña como una grapadora. Si funciona, será la revolución. Hay casas de madera con un estilo que recuerda a las casas de San Francisco. Estambul es una ciudad de grandes contrastes. Acabamos el día, como de costumbre, en un restaurante italiano:



Thursday, April 22, 2010

Estambul: contrasentidos 

Salgo con la chilaba. Los niños, sobre todo Iain, intentan hacerme cambiar de idea, pero estoy decidido. Salimos del hotel y nos sentimos observados porque aquí NADIE lleva chilaba. Los niños me miran con cierta incredulidad, como si no acabaran de creerse que la cosa va en serio: 


Compré esta chilaba en Marruecos hace 10 años; las gafas en cambio son bastante más recientes. Igual es una combinación poco usual. Poco a poco nos acostumbramos y nos da la sensación de que el entorno también se va acostumbrando a nosotros porque ya no sentimos tanto el peso de las miradas. Lyle tiene un día cantarín, va por la calle entonando canciones de la escuela. Algunas de ellas no las había oído nunca. En esta ciudad el tráfico es un caos; a menudo se "equivocan" de sentido y se montan embotellamientos impresionantes:


O se ponen a hacer obras sin cortar la calle. Pero es sorprendente la capacidad que tienen de deshacer los enredos normalmente sin grandes escándalos y en un tiempo récord. De estos casos hemos visto ya unos cuantos y nunca ha habido escenas agresivas. Supongo que como es el pan de cada día, están acostumbrados. Lyle dice que tienen más paciencia. Los peatones pasan por cualquier sitio porque no tienen un sitio claro por donde pasar. Los coches les suelen ceder el paso. Aquí los coches no pueden tener prisa. Lo que está claro es que esta ciudad es divertida, siempre pasa algo. Los niños no pagan en ningún sitio, ni siquiera en los monumentos más importantes. Lo importante es no preguntar, porque si ven que dudas entonces te dicen que sí pagan. Estambul es una ciudad terrible para las personas con diversidad funcional: las aceras están a menudo en condiciones penosas, con agujeros por todas partes. Hoy íbamos caminando por una acera cuando de repente ¡se ha acabado con un vacío de medio metro vertical! Por la noche alguien se puede matar. Hay edificios increíblemente bonitos en estado de abandono total. Esto da en general una atmósfera de decadencia muy Blade Runner. Quizá sea por la nube de ceniza que ha impedido a mucha gente llegar hasta aquí, pero fuera de los lugares más turísticos se ven pocos turistas. Por si a caso, Iain ha inventado y dibujado un motor con un sistema que le permite funcionar aún en presencia de ceniza volcánica. Lo patentará a la vuelta. 


Lyle a menudo nos advierte que hay que tener cuidado con lo que hacemos porque aquí existe la pena de muerte. Hoy dedicamos buena parte del día a visitar Topkapi, el opulento palacio que fue hogar de muchos sultanes:


Es una maravilla, tan grande que seguro que nos hemos dejado partes por ver. Tiene una colección de tesoros única. Me han impactado los trajes del sultán ¡porque son enormes! Cuentan que un sultán que vivió aquí (Ibrahim el Loco) mandó meter a las 280 mujeres de su harén en sacos y las lanzó al Bósforo cuando se cansó de ellas. Mientras Lyle se entretiene dando algunas migajas de pan a unos pájaros me suelta: “Los pájaros tienen un  restaurante en medio de las flores”. En Topkapi, un hombre me pregunta dónde me he comprado la chilaba y si se puede encontrar por Internet.


Damos un paseo por el barrio del Bazar. Busco las dos tiendas más emblemáticas de lokum: Ali Muhiddin Haci Bekir y Hafiz Mustafa Sekerlemeleri. Las encuentro y me compro más lokum. Se ven niños haciendo trabajos tristes, como tocar algún instrumento de juguete mientras piden dinero, niñas que bailan la danza del vientre, niños que limpian cristales de coches, y todo en horario escolar. Hoy parece que ha pasado algo: hay banderas turcas por todas partes, algunas de ellas gigantes. De una rápida ojeada a Google News Turquía no consigo entender el qué. Siguiendo el afán de Iain y Lyle por conocer la cocina turca, cenamos en una pizzería. De vuelta al hotel, Iain y Lyle nos bailan la macarena en la bañera. Recordamos el día cuando, al irnos por la mañana, nos dejamos el cartel de no molestar colgado en la parte exterior de la puerta y al volver por la noche nos encontramos la habitación sin hacer, hecha una leonera. Y nos reímos. 




Cada día, los niños se aplican el Ventolín solos (Lyle también tuvo tos al llegar a Estambul, pero su tratamiento es básicamente un placebo) e Iain se administra solo su dosis de antibiótico. Les he enseñado muy bien cómo hacerlo. Hoy están mucho mejor. Casi no han tosido y solo queda un poco de fiebre. No obstante, hemos dado por casualidad con un hospital italiano que no está lejos del hotel. Por si acaso.


Lyle sigue haciendo alusiones a la pena de muerte. Le explico bien lo que es la pena de muerte, el número de personas que han muerto así el año pasado y en qué países, y me dice: “En Barcelona no hay que preocuparse de casi nada; hay países donde si haces algo mal, te matan”.

Wednesday, April 21, 2010

Estambul: bazar

La habitación del hotel está muy bien. (Ahora además está más ordenada que los primeros días.). Una vez más, la Lonely Planet (LP) nos ha aconsejado bien. Además tiene tres detalles importantes. (La importancia relativa depende del sexo y de la edad.) Las camas están lo suficientemente cerca como para poder saltar de una a otra. Los espejos estilizan la silueta:


Y la conexión a Internet es mejor que la del trabajo. Todos los espejos tendrían que fabricarse así. Y todos los centros tecnológicos españoles tienen algo que aprender de los hoteles turcos. Iain vuelve a tener fiebre, pero está animado. Nos damos cuenta de que todos los heladeros son magos, hacen los mismos trucos y van vestidos igual. Todos venden el mismo tipo de helado chicle, es decir, helado que se puede moldear como un chicle: pinchan toda la masa de helado de un palo y la hacen girar, la estiran, y por último, cogen un poquito, le meten en un cucurucho y te lo dan (¡si consigues cogerlo!). Los niños han descubierto las T-box: unas cajitas mini que tienen un chicle y un juego. Valen 30 céntimos. Serían como el huevo Kinder turco, pero con chicle en vez de huevo de chocolate. Observamos otros muchos modelos de coches falsos: Renault Europa, Renault Broadway. Renault Fluence, Fiat Albea:


Hay mucha gente pobre. Un trabajo muy humilde pero que he observado que hace mucha gente (tanto aquí como en los alrededores de bdigital, en Poble Nou) es el de recoger material reciclable que buscan por cualquier sitio. Aquí, estas personas se pasean enérgicamente arriba y abajo por toda la ciudad con unos carros de los que cuelgan un saco gigante. En BCN usan los carritos del súper. Se observa un fenómeno curioso: los turistas se distinguen por ir vestidos con productos pobres (tipo Quechua), mientras que los locales van vestidos con marcas de diseño, Nike, Adidas (¡aunque todos los productos sean falsos!). E incluso los que recogen material con los carros van a menudo trajeados. La gente es muy amable. Hay personas que simplemente pasan por nuestro lado en la calle y nos saludan sin más, o hacen una caricia a los niños, o nos sonríen. Los turcos son excelentes vendedores. No hablarán bien inglés, pero el castellano lo dominan. Todos nos hablan en perfecto castellano. Y también nos sueltan: “Adeu, Andreu” varias veces. Nos actualizan sobre el partido del Barça contra el Inter. Pero lo que más me intriga es que la gente empieza a hablarnos en castellano antes incluso de que hayan podido oírnos hablar entre nosotros, con lo cual sospecho que se comunican entre sí para pasarse la información. En el bazar ofrecen cosas raras a los niños para que las prueben y, claro, lo rechazan todo, hasta que al final Lyle se lanza a probar un trozo de lokum (una especie de gelatina dura que se vende en porciones pequeñas). He comprado ya un montón de lokum de diferentes tipos, pero el gran hallazgo es el lokum de cereza. He traído la chilaba, pero Iain no me deja ponérmela. Mañana lo volveré a intentar. Iain y Lyle aprenden a decir gracias en turco, que no es fácil. Como en todo el resto del mundo, los que más infracciones hacen son los policías. De hecho, la gente hasta se atreve a pitarles cuando aparcan en el medio de la calle. Apenas hay pasos de peatones. Aquí es la ley del sálvese quién pueda. Los niños descubren la casa de los gatos: una caja escondida donde hay una madre que acaba de parir. La vamos a ver a menudo. Lyle dice que si pudiera pedir un deseo, pediría un gato. Hacen fotos a todos los gatos que ven:


Con alguno hasta se ponen a jugar. Lyle es un niño basurilla. La calle es una extensión de su casa. Hay vendedores de castañas por todas partes. Con la llegada de Pilar han cambiado muchas cosas. Hoy por ejemplo visitamos por primera vez algunas de esas cosas que salen en la LP:
  • Cisterna Basílica: ¡Pilar tenía mucha curiosidad por ver este lugar tan especial!
  • Santa Sofía: tiene una cúpula que parece suspendida en el aire (más o menos).
  • Mezquita Azul (cerrada durante las plegarias; las mujeres deben cubrirse la cabeza). En realidad, cuando empieza la plegaria, dado que nadie nos dice nada (bueno, llevan amablemente un chal-sábana a Pilar, que no se ha cubierto la cabeza), nos quedamos y presenciamos por primera vez en nuestras vidas una oración. Somos los únicos turistas que se han quedado a escuchar. Los niños se sienten muy cómodos en la mezquita: esto de que esté todo cubierto de alfombra les encanta. Lyle se pone a gatear y dar alguna que otra voltereta, pero nadie le llama la atención.

Lyle @ Mezquita Azul

Iain y Lyle están haciendo muy buenas fotos estos días. Iain está descubriendo muchos trucos de la cámara. Volviendo al hotel, se nos engancha un vendedor de colonias de lujo. Aunque no nos interesan, no para de insistir. Son seguramente falsas, pero Pilar dice que le parecen imitaciones perfectas. Nos persigue mucho trozo (Iain está preocupado.), y no para de bajar el precio. (A esto no se le puede llamar regateo porque la película se la está montado solo.) Las abrimos; las probamos. Al final nos las consigue emplumar: 3 perfumes (lacoste, cacharel y kenzo) por 10 € en total. Solo el packaging vale más. Como evidentemente no nos las habría vendido a ese precio si perdiera dinero, Pilar se pregunta cuál es el misterio (¿serán robadas?). Supongo que que si son capaces de falsificar coches y iPhones, son perfectamente capaces de falsificar colonias. Además vemos que no es el único vendedor ambulante de colonias. A ver si encuentro un vendedor ambulante de iPads antes de marchar... Cruzamos el Cuerno de Oro caminando por el puente Gálata. Está lleno de pescadores. Ante el interés de Iain y Lyle por los peces, uno ofrece a Iain coger un pez vivo con la mano. A Iain estas cosas no le hacen gracia, pero finalmente se anima. Cogemos el funicular y luego el tranvía, que es como los de San Francisco. Desde el tranvía veo una cafetería que se llama Madrid-Barcelona. Los niños cenan una crêpe. Iain está tan contento (Creo que no esperaba encontrar nada que cenar.) que me dice: “La comida turca es la mejor, me encanta”. (Teniendo en cuenta que ayer cenó pasta y hoy crêpe, lo de comida turca quizá no es la clasificación más apropiada. Quizá será por los chicles de las T-box.)

Tuesday, April 20, 2010

Estambul: accidentes

Descubrimos un supermercado Dia y lo adoptamos inmediatamente como nuestro súper de referencia:


Al principio, Iain y Lyle están convencidos de que los dependientes hablen español y de que haya muchos productos españoles. Tanta diversidad en la comida les está un poco incomodando, especialmente a Iain que desde que hemos llegado solo ha comido fusilli y huevos duros. Sin embargo, al entrar en el Dia han empezado a valorar en seguida la diversidad, especialmente en los infinitos nuevos tipos de caramelos que se encuentran aquí. Al salir del Dia en cambio nos damos cuenta, por enésima vez, que la diversidad se extiende a la manera de conducir, más cercana a la de Napoli que a la de BCN.Así que nos sentamos en la acera a esperar que ocurra un accidente, lo cual evidentemente no tarda en pasar:


Llegamos a la orilla del Bósforo, y también nos sentamos a esperar que ocurra un accidente entre los muchos petroleros que desfilan en todos los sentidos. Por suerte, aún después de mucho observar, no hay accidentes, sin embargo, mientras estamos allí sentados junto al mar, un petrolero se acerca más de la cuenta y crea una ola gigante que parece aparecer de la nada y nos escapamos por los pelos. Me da tiempo no obstante avisar a dos chicas que han ido muy cerca de acabar bajo el agua. Paseamos en tranvía por los alrededores de la ciudad hasta que llega, finalmente, la luz de nuestras vidas:


Salimos todos juntos.Hay muchos edificios abandonados. Poca gente de a pie habla inglés. Como Pilar está tan cansada, su inglés hoy da pena, y así la conversación se hace más fluida con los lugareños. En realidad da igual, la gente es tan amable que me entiende a mí también. Dado que el hotel está cerca de Istiklal Caddesi, una calle tan concurrida que las Ramblas se quedan cortas, cenamos por ahí y luego seguimos a la caza de emociones. En esta calle hay muchas heladerías ¡pero los heladeros son magos!:
Los niños se lo pasan bomba intentando pillar el helado ¡pero siempre les engañan! Y a veces lo mejor es la falta de emociones. Como aquí no hay perros, tampoco hay cacas y así nos ahorramos la emoción de tener que ir por la calle saltando como bailarines. Gatos en cambio no faltan. Y circulan coches que parecen falsos. Fiat Linea, Renault Symbol. ¿De dónde salen estos modelos? Además son todos iguales. Y los semáforos tienen cuenta atrás (como en Cuba) y el hombrecito verde en movimiento: cuando tienes tiempo camina y cuando se acaba el tiempo corre.

Monday, April 19, 2010

Estambul: medusas

El día empieza siempre con el repaso de un documental relacionado con la temática del viaje y hoy toca a "Robots increíbles":


Al mediodía vemos, según Lyle, la cosa más interesante del viaje hasta el momento: una concentración de medusas debajo del puente Gálata:


Para Iain lo mejor de momento es una pelota robótica que ha comprado en un mercadillo callejero por 3 € y para mí la gran difusión del zumo de cereza, prácticamente inexistente en España. Pasamos toda la tarde en el barrio del Bazar, pero no podemos asegurar haberlo visto todo, más bien lo contrario. Así que pensamos volver pronto, dejarnos llevar otra vez por el bullicio y perdernos entre los puestos y el Gran Bazar:


La nueva camiseta de Lyle, pagada la fabulosa cifra de casi 3 €, atrae a muchos comentarios simpáticos de los lugareños y nos ayuda a abrirnos el paso en este barrio que resulta tremendamente caótico y pintoresco. Desde el Gran Bazar vamos hasta la universidad y luego hasta Eminönü, en la orilla del Cuerno de Oro. Y desde ahí de vuelta al hotel, donde nos esperan los fusilli que nos llevamos de casa en gran cantidad y que todavía no se han acabado.

Sunday, April 18, 2010

Estambul

No hay buenas noticias. La competición de robots de Lego, objetivo de este viaje, a la par de decenas de miles de vuelos, se ha cancelado. Y la nube de cenizas, que supuestamente daña los motores de los aviones, se está extendiendo hacia el sur. Nuestra vuelta es dentro de una semana, tiempo suficiente para que admitan que se han equivocado (o que se inventen cualquier otra excusa de carácter meteorológico) y reabran los espacios aéreos. De todos modos, hemos decidido dejar nuestros destinos completamente en las manos de Pilar y de Eurocontrol que nos dirán qué hacer en el momento oportuno. Mientras, optamos por explorar los transportes públicos de la zona, como el funicular:


También probamos un ferry que nos lleva en crucero por el Bósforo hasta el Mar Negro:


El viaje de ida termina en Anadolu Kavagi, en Asia, un continente que Iain y Lyle nunca habían pisado. Rodeado de campos, es un lugar agradable para pasear. Por encima del pueblo se alza el Yoros Kalesi, un micro-castillo medieval en ruinas que en sus días contaba, dicen, con ocho torres gigantes en las murallas. Hoy solo queda una vista increíble sobre el Mar Negro y el Bósforo: