Estambul: bazar
La habitación del hotel está muy bien. (Ahora además está más ordenada que los primeros días.). Una vez más, la Lonely Planet (LP) nos ha aconsejado bien. Además tiene tres detalles importantes. (La importancia relativa depende del sexo y de la edad.) Las camas están lo suficientemente cerca como para poder saltar de una a otra. Los espejos estilizan la silueta:
Y la conexión a Internet es mejor que la del trabajo. Todos los espejos tendrían que fabricarse así. Y todos los centros tecnológicos españoles tienen algo que aprender de los hoteles turcos. Iain vuelve a tener fiebre, pero está animado. Nos damos cuenta de que todos los heladeros son magos, hacen los mismos trucos y van vestidos igual. Todos venden el mismo tipo de helado chicle, es decir, helado que se puede moldear como un chicle: pinchan toda la masa de helado de un palo y la hacen girar, la estiran, y por último, cogen un poquito, le meten en un cucurucho y te lo dan (¡si consigues cogerlo!). Los niños han descubierto las T-box: unas cajitas mini que tienen un chicle y un juego. Valen 30 céntimos. Serían como el huevo Kinder turco, pero con chicle en vez de huevo de chocolate. Observamos otros muchos modelos de coches falsos: Renault Europa, Renault Broadway. Renault Fluence, Fiat Albea:
Hay mucha gente pobre. Un trabajo muy humilde pero que he observado que hace mucha gente (tanto aquí como en los alrededores de bdigital, en Poble Nou) es el de recoger material reciclable que buscan por cualquier sitio. Aquí, estas personas se pasean enérgicamente arriba y abajo por toda la ciudad con unos carros de los que cuelgan un saco gigante. En BCN usan los carritos del súper. Se observa un fenómeno curioso: los turistas se distinguen por ir vestidos con productos pobres (tipo Quechua), mientras que los locales van vestidos con marcas de diseño, Nike, Adidas (¡aunque todos los productos sean falsos!). E incluso los que recogen material con los carros van a menudo trajeados. La gente es muy amable. Hay personas que simplemente pasan por nuestro lado en la calle y nos saludan sin más, o hacen una caricia a los niños, o nos sonríen. Los turcos son excelentes vendedores. No hablarán bien inglés, pero el castellano lo dominan. Todos nos hablan en perfecto castellano. Y también nos sueltan: “Adeu, Andreu” varias veces. Nos actualizan sobre el partido del Barça contra el Inter. Pero lo que más me intriga es que la gente empieza a hablarnos en castellano antes incluso de que hayan podido oírnos hablar entre nosotros, con lo cual sospecho que se comunican entre sí para pasarse la información. En el bazar ofrecen cosas raras a los niños para que las prueben y, claro, lo rechazan todo, hasta que al final Lyle se lanza a probar un trozo de lokum (una especie de gelatina dura que se vende en porciones pequeñas). He comprado ya un montón de lokum de diferentes tipos, pero el gran hallazgo es el lokum de cereza. He traído la chilaba, pero Iain no me deja ponérmela. Mañana lo volveré a intentar. Iain y Lyle aprenden a decir gracias en turco, que no es fácil. Como en todo el resto del mundo, los que más infracciones hacen son los policías. De hecho, la gente hasta se atreve a pitarles cuando aparcan en el medio de la calle. Apenas hay pasos de peatones. Aquí es la ley del sálvese quién pueda. Los niños descubren la casa de los gatos: una caja escondida donde hay una madre que acaba de parir. La vamos a ver a menudo. Lyle dice que si pudiera pedir un deseo, pediría un gato. Hacen fotos a todos los gatos que ven:
Con alguno hasta se ponen a jugar. Lyle es un niño basurilla. La calle es una extensión de su casa. Hay vendedores de castañas por todas partes. Con la llegada de Pilar han cambiado muchas cosas. Hoy por ejemplo visitamos por primera vez algunas de esas cosas que salen en la LP:
- Cisterna Basílica: ¡Pilar tenía mucha curiosidad por ver este lugar tan especial!
- Santa Sofía: tiene una cúpula que parece suspendida en el aire (más o menos).
- Mezquita Azul (cerrada durante las plegarias; las mujeres deben cubrirse la cabeza). En realidad, cuando empieza la plegaria, dado que nadie nos dice nada (bueno, llevan amablemente un chal-sábana a Pilar, que no se ha cubierto la cabeza), nos quedamos y presenciamos por primera vez en nuestras vidas una oración. Somos los únicos turistas que se han quedado a escuchar. Los niños se sienten muy cómodos en la mezquita: esto de que esté todo cubierto de alfombra les encanta. Lyle se pone a gatear y dar alguna que otra voltereta, pero nadie le llama la atención.
Iain y Lyle están haciendo muy buenas fotos estos días. Iain está descubriendo muchos trucos de la cámara. Volviendo al hotel, se nos engancha un vendedor de colonias de lujo. Aunque no nos interesan, no para de insistir. Son seguramente falsas, pero Pilar dice que le parecen imitaciones perfectas. Nos persigue mucho trozo (Iain está preocupado.), y no para de bajar el precio. (A esto no se le puede llamar regateo porque la película se la está montado solo.) Las abrimos; las probamos. Al final nos las consigue emplumar: 3 perfumes (lacoste, cacharel y kenzo) por 10 € en total. Solo el packaging vale más. Como evidentemente no nos las habría vendido a ese precio si perdiera dinero, Pilar se pregunta cuál es el misterio (¿serán robadas?). Supongo que que si son capaces de falsificar coches y iPhones, son perfectamente capaces de falsificar colonias. Además vemos que no es el único vendedor ambulante de colonias. A ver si encuentro un vendedor ambulante de iPads antes de marchar... Cruzamos el Cuerno de Oro caminando por el puente Gálata. Está lleno de pescadores. Ante el interés de Iain y Lyle por los peces, uno ofrece a Iain coger un pez vivo con la mano. A Iain estas cosas no le hacen gracia, pero finalmente se anima. Cogemos el funicular y luego el tranvía, que es como los de San Francisco. Desde el tranvía veo una cafetería que se llama Madrid-Barcelona. Los niños cenan una crêpe. Iain está tan contento (Creo que no esperaba encontrar nada que cenar.) que me dice: “La comida turca es la mejor, me encanta”. (Teniendo en cuenta que ayer cenó pasta y hoy crêpe, lo de comida turca quizá no es la clasificación más apropiada. Quizá será por los chicles de las T-box.)