Thursday, March 27, 2003

Los “garage sales” son algo también muy americano. Montas una parada en la calle, enfrente de tu casa, con los objetos o muebles que ya no quieres. La gente lo hace para sacar algo de dinero por ejemplo cuando se mudan. Como en este país la gente se muda a menudo, muchos optan por no llevarse nada o poco, y comprar de nuevo lo que necesitan allá donde van. Si volvemos a Barcelona, podríamos hacer algo así, pero todavía no me he americanizado lo suficiente. Además, nuestro edificio está en una pendiente, así que no sería fácil montar la parada. Y buena parte de los potenciales clientes son chinos, que no gastan nada.

Begoña, la vecina española, hizo una comida en su casa el día del fin de año chino. Así pudimos conocer a su ex-marido, que es americano, y a algunos de sus amigos. Ella tiene ahora 26 años y ya con un ex-marido a cuestas! Se apuntó uno de los vecinos que vive encima nuestro, Josh, que es el más enrollado y, con esa delicadeza que me caracteriza, le pregunté quién tiene la habitación encima nuestro exactamente. Así que ya sé a quién le crujen los muelles! Fue una comida entretenida y además Begoña tiene una especie de jardín, así que entrábamos y salíamos. Es increíble lo simétrico que parece nuestro edificio desde fuera y lo asimétrico que es desde dentro. Tiene sólo 4 pisos y todos completamente diferentes entre sí. Descubrimos que Josh toca la guitarra y canta aunque disfrutamos poco de sus dotes musicales porque se puso a llover. No sé si alguna vez os he comentado que tenemos otro vecino, enfrente de nuestro edificio, que de noche le da por salir a las escaleras que dan a la calle y ponerse a tocar la guitarra. Se oye tan bien como si estuviera dentro de nuestra casa. A mí me encanta, pero me sorprende que los chinos no se quejen (a nuestro alrededor, aunque nuestra casa pertenece a Nob Hill, viven muchos chinos). De este modo, he descubierto que los chinos son tolerantes y eso me gusta. En España o Italia ya lo habrían denunciado y le habrían mandado a la policía.

Por primera vez me han catalogado de “delincuente” en este país. Fue por devolver con un par de días de retraso unos videos infantiles de la biblioteca. Cuando vi tal calificativo en el ordenador, me hubiera dado por reír si no hubiera visto primero la multa. El bibliotecario debió notar mi contrariedad y me recomendó que hiciera un carnet a Iain porque los niños no pagan multas. Así que, de ahora en adelante, delinquiré a costa del enano.

From Pilar:

Luigi parece que se lo ha pasado en grande durante su visita a Barcelona. Las presentaciones en el congreso han ido bien, ha hecho mucha vida social, entrevistas de trabajo, ha recibido visitas del extranjero, ha visitado a la familia, en fin, que no ha perdido el tiempo. Un día, cuando en Barcelona eran las 4 am, me llamó desde la piscina del hotel Arts en compañía de Ale. Quién le iba a decir a Ale que dormiría en uno de los hoteles más lujosos de la ciudad!!. Como veis, está aprovechando al máximo sus últimos días en Fujitsu: se quedó 3 días en el Arts (más de 1000 €).

En estos momentos me siento como si estuviera dentro de la película Delicatessen. Los vecinos de arriba están haciendo el amor en una cama con los muelles muy destartalados. Es la primera vez que los oigo. Parece que estemos en la misma habitación. Estas paredes no aislan nada de nada. Da bastante risa porque no puedo evitar imaginarlos, aunque es difícil porque en ese piso viven 3 personas y cada una de ellas tiene su pareja. Así que no sé quién duerme encima nuestro.

Alguien ha visto alguna vez pollos en dos dimensiones? Yo sí, en la dimensión desconocida, o sea Chinatown. Están completamente chafados, como si hubieran salido de los dibujos animados después de que un coche les pasara por encima. Pobres pollos.

Iain ha aprendido a decir no, con la boca, el dedo y la cabeza. A pesar de que no me hace mucha gracia que haya entrado en esa “fase del no” tan pronto, reconozco que a veces tengo que contenerme la risa de lo gracioso que es.

From Pilar:

El año pasado se suicidaron 5 personas en el Caltrain (es el tren que coge Luigi cada día para ir de San Francisco al Silicon Valley). En lo que va de año (menos de un mes), ya se han suicidado otras 5. O sea que parece que estamos ante una nueva moda, una macabra moda.

Iain cada vez disfruta más jugando con el ajedrez (no al ajedrez). Se sabe el nombre de todas las piezas. Ya no se las come y tampoco las hace volar por los aires. Lo más divertido es que le gusta jugar encima de una manta de cuadros que hay en nuestra habitación, siempre que saca el ajedrez automáticamente va en busca de la manta en cuestión. Será un hombre de costumbres, de eso no cabe duda.

Iain ya toca la harmónica de maravilla. Se la lleva a todas partes. También le encanta tocar la flauta. Lleva meses intentándolo pero hasta ahora sólo sabía soplar con la nariz. Tardaré en olvidar la cara de triunfo que ha puesto. El otro día se me acerca con la harmónica en una mano y la flauta en la otra. Entonces me coloca la flauta en la boca y se pone a tocar la harmónica. Un momento único. Supongo que como la mayoría de los niños, siente pasión por la música. Apenas oye unas notas, ya se pone a bailar, sea donde sea, y sea la música que sea. No es muy selectivo. Ahora tenemos el aparato de música en una estantería encima del sofá. Pues se pasa media vida allí subido, poniendo música y bailando. Nos lo pasamos bien.

From Pilar:

En cuanto a los golpes con la cabeza, he empezado a hacer algo que Luigi ya lleva haciendo hace algún tiempo, aunque hasta ahora me negaba a admitir que funcionara. Se trata de que, cuando él se golpea la cabeza, me la golpeo yo también. Pensaba que esta actitud sólo acentuaría su rabia y que, por despecho, continuaría incluso más fuerte. Sin embargo, no esperaba que ocurriera lo contrario. Quizá porque está sorprendido, pero cuando me golpeo yo la cabeza él pierde interés. Curioso, no? A ver cuánto dura el efecto. Me han enviado la referencia a un artículo (Developmental Medicine and Child Neurology, Aug 1977) en el que concluyen que los niños que se golpean la cabeza son más inteligentes. Estoy ante un genio??

Este hijo mío es todo un personaje. Como casi no habla ni parece que vaya a hacerlo pronto, ha desarrollado una capacidad para comunicarse que es demasiado. Por ejemplo, cuando quiere que haga algo y tardo en reaccionar, aplaude las manos como diciendo “venga, que es para hoy!”. Recientemente ha incorporado la palabra agua.

From Pilar:

Iain ya se ha hartado del bus que cogemos para ir y volver del take-care. Siempre va tan lleno que no soporta más la claustrofobia; me monta unos números patéticos. Hay quién hasta me pregunta si está enfermo. Así que no me ha quedado más remedio que buscar una ruta alternativa: el tranvía (cable car). No para justo al lado de casa de Rasha como el bus, pero podemos seguir prescindiendo del cochecito, factor clave porque en el tranvía sí que me es imposible cargar con todo a cuestas. El niño adora el tranvía, no dice ni mu de lo bien que se lo pasa. El viaje es más corto y agradable, eso es cierto. Las vistas son espectaculares y, como además quiere ir en la parte exterior, el frío nos mantiene la mente despejada.

From Pilar:

Por fin hemos estado en un “critical mass”. Es una manifestación que hacen las bicis el último viernes de cada mes para pedir que se respeten sus derechos y que se hagan más carriles de bici. En Barcelona y en otras ciudades europeas también existe. Este último viernes, a las 3 pm, llegó un remolque que hemos comprado para el niño por Internet. Es como una mini roulotte que se engancha a la bici. Aquí compramos bastante por Internet, creo que ya os dije que Luigi hasta se compró unos zapatos!! (que obviamente tuvo que cambiar porque no le iban bien). Pues, aunque ese día estaba muy enfadada con Luigi, al ver el remolque me olvidé de todo. Yo soy así de volátil. Pedí a una amiga que me prestara su bici (gracias María!), pinté la cara del enano en plan de guerra y andando. De camino hacia el punto de salida, casi me salté un semáforo en rojo en una de las principales calles de la ciudad por no perder a Luigi e Iain. Paré en seco en un paso cebra y, al hacer marcha atrás, corté el paso a una pareja con un niño en cochecito que resultaron ser nuestros amigos Walter y Emily con su hija Elise, de la edad de Iain. Vaya papelón. Aún se ríen de mí por lo inexperta que les parecí. Nada más llegar al punto de salida, me chocó ver unos polis, que estaban allí para controlar los posibles disturbios, haciéndose fotos unos a otros, como con orgullo. Normalmente, en el “critical mass” los polis van en bici, pero esta vez debían durarles las agujetas del mes anterior, porque iban en moto. El ambientillo era estupendo. Alguna bici siempre lleva un super aparato de música para animar el cotarro, cosa que Iain agradeció de inmediato porque cuando la bici en cuestión pasaba por su lado, bailaba dentro del remolque. Iain estaba realmente alucinado, no decía ni mu, cosa rara en él, y lo miraba todo embobado. Además le puse un aperitivo, para que se sintiera más a gusto en su pequeña guarida. Tan a gusto que, después de una hora se quedó frito y tuvimos que improvisar una cama. No había muchos niños, a decir verdad sólo vi 2 más, de los cuales uno era mucho más mayor. La manifestación sigue siempre una ruta desconocida que los que van en cabeza improvisan. Normalmente tienen el detalle de evitar las subidas más bestias. Después de 2 h la cosa aún seguía, pero como se estaban alejando mucho y aún teníamos que volver a casa y ya era de noche, decidimos abandonarlos. Eso sí, me ha quedado una buena dosis de agujetas pegada al cuerpo. A pesar de que hace casi dos años que no me subía en una bici (al decirlo me he dado cuenta de la magnitud de la
cosa, 2 años!!) conseguí no hacer el ridículo pero estuve bien a punto cuando casi me mato al engancharse las ruedas de la bici en las vías del tranvía. Aquí es donde se ve si eres novato, porque a nadie le pasa.

He visto la película Bowling for Columbine. Tiene mucho éxito por aquí. Va sobre el tema de las armas en USA, o sea los problemas derivados del hecho de que la población pueda conseguir armas tan fácilmente. Se te ponen los pelos de punta y eso que la película tiene bastante sentido del humor. Si llega por ahí, no dudéis en ir a verla. Cuando salí del cine, por primera vez me sentí feliz ante la perspectiva de irme de este país, casi tenía ganas de salir corriendo, aunque a decir verdad, chalados los hay por todas partes.