Tuesday, June 25, 2002

Alessandra hoy no trabaja ni como camello de Lucky Strike, ni de camarera en un restaurante italiano. Oficialmente, estudia literatura norteamericana. Charlamos. Luego emprendemos la marcha en autostop, aunque la Lonely Planet lo desaconseje porque es old fashioned. Sin embargo, explica con todo detalle como alcanzar el mejor punto para salir de Berlín a dedo, que luego descubrimos ser el mismo punto al que ya fuimos a parar hace dos años, simplemente mirando los mapas. El viaje hasta llegar a ese punto es largo. Mientras, podemos darnos cuenta una vez más del carácter alemán: Lu cruza caminando con semáforo en rojo y un coche a más de 150 m le pita para llamarle la atención. Las papeleras tienen adaptado un recogedor especial para colillas. En el aeropuerto hacían recogida selectiva en las papeleras.

Llegamos al punto del autostop. Como otros tantos, pero cada vez menos, jóvenes nos disponemos a cruzar Alemania a dedo. Objetivo: Hannover. Me vuelve a la cabeza una conversación en un bar de Gracia, una semana antes de salir. "Nadie os recogerá" me advierte Carlota. "Seréis el blanco de todos los colgados de Hamburg a München" dice Anna.

Se para un coche después de 15 minutos, así que alguien, presumiblemente la Policía, debió obligar a la Lonely Planet a desaconsejar el autostop, porque parece que de old fashioned nada. El coche es fantástico, con GPS incluido. El GPS tiene la voz de la hermana de HAL (2001: odisea en el espacio). No obstante, es curioso que el conductor no tenga un sin manos y use un móvil vulgar y corriente mientras conduce con una mano. El tipo es muy amable. Incluso nos compra un helado cuando paramos para poner gasolina. Nos deja luego en otra gasolinera donde hay varios autoestopistas más. Nos ponemos en un punto donde no hacemos la competencia a nadie. No pasa ni 30 minutos que se para un coche. Es una pareja que justamente va a la Expo. No hay mucha conversación porque hemos consumido la energía con el conductor anterior. Aún con todo, no me duermo, mientras en el tramo anterior no pude evitar echar una cabezadita.

Nos dejan en el centro de Hannover. Vamos al Tourist Office y luego a un Pizza Hut, donde pillamos un all you can eat cada uno. Comemos poco. No parece haber sido una buena idea. Cogemos la S-Bahn para ir al camping junto a la Expo. Después de pagar 4 DM por 10 minutos de viaje, eso sí, en un bonito tren, descubrimos que hay dos campings. El más alejado de la Expo no solo está lleno y es más cutre, sino también más caro. Así que vamos al más lujoso y barato. El mundo está lleno de contradicciones. Plantamos la tienda, nos duchamos y, después de intentar hacer Iain, nos dormimos casi con la puesta de sol, como las gallinas, porque no tenemos luz.

Monday, June 24, 2002

Para el desayuno tenemos la mermelada que ha sobrevivido al viaje. De dos potes, nos ha quedado uno; el otro se ha roto manchando parte de la ropa de Lu. Y tenemos también la crema de cacahuetes que Lu trajo de casa de Jan cuando fuimos a visitarle a Holanda en semana santa. En el edificio de al lado, que está todo cubierto de andamios, hay gente desayunando fuera. Estamos en la zona este de Berlín. Un paraíso.

El objetivo de hoy es Potsdamer Platz. Por el camino, nos paramos en el museo Post & Communication. Entrada gratis. Lo hemos encontrado por casualidad y después vemos que en la Lonely Planet lo recomiendan como una de las opciones gratuitas de divertirse en Berlín. Estamos de acuerdo con la L.P. en que visitar Berlín varios días sin prestar atención al bolsillo puede arruinar la economía de cualquiera. En el museo hay un par de robots muy divertidos: uno que juega con una pelota y el otro que me persigue en cuanto me ve. En Potstdamer Platz las obras han avanzado mucho. El Sony Center está todo lleno de alemanes que pasan el domingo como los barceloneses en el Maremagnum. El Infobox sigue tan bonito como siempre. Se ha convertido en un edificio emblemático. En Potsdamer Platz hay dos multicines y dos Imax. 1200 pesetas cada entrada.

El metro en Berlín ya no es gratis. Todos los revisores que no hemos visto nunca durante los años precedentes en Alemania se han concentrado aquí. Es inexplicable como hace dos años, sin pagar un solo billete, conseguimos evitarlos a todos.

Estamos hambrientos. Es tarde y corremos el riesgo de quedarnos sin cenar así que nos compramos un falafel. Asqueroso, pero bienvenido porque por lo menos nos llena el estomago. Llegamos a casa después de presenciar el suicidio de una persona que se ha tirado por una ventana del consulado ruso. Tres o cuatro periodistas hacen fotos sin parar.. Impresionante.

Pasamos por delante de un músico ambulante. Detrás nuestro van los músicos que acaban de salir de la Ópera y se quedan extasiados en masa delante del músico de otra casta. Todos dan DM. En casa no hay nadie. Nos vamos a dormir porque, después de caminar casi 20 km, estamos para recoger con pinzas.