Thursday, May 01, 2003

Iain se está convirtiendo en un maniático del orden y además le encanta dar órdenes. Cuando ve algo que no está en su sitio (cosa que ocurre muy a menudo), no para hasta que lo colocamos en su lugar. Si ve las puertas de los armarios abiertas, las cierra y, si son demasiado grandes, nos lleva de la mano hasta ellas, para que lo hagamos nosotros. Si se encuentra un objeto de desecho, sabe identificarlo perfectamente, lo coge y lo lleva él mismo a la basura. Recicla el papel y tira a la basura sus propios pañales. Hoy por ejemplo, nos hemos bañado juntos. Estábamos chapoteando tanto que el suelo se estaba poniendo perdido de agua. En esas que el enano me señala la cortina para que la extienda. Esto por citar algunos ejemplos. Y va siempre por ahí con el dedo índice en posición, dispuesto a mandar, tanto si quieres como si no. Porque sabe cómo hacer para que le obedezcas. Cuando sepa hablar, quizá tendría que pedirle algunos consejos… Lo mejor es cuando a veces, después de cenar está tan cansado que señala la cuna para que lo pongamos a dormir. Es la única orden que obedecemos a gusto. De vez en cuando también tiene algún arrebato de educación, como cuando tose y se pone la mano en la boca. Y eso que no le hemos llegado a decir que lo haga, se nos ha adelantado.

From Pilar:

Para el que todavía se crea que en San Francisco hace calor, por el simple hecho de estar en California, os informo de que Iain ha pillado una neumonía. No es grave y parece que el antibiótico está funcionando. Pero vaya susto. Así que estos días, entre que el niño está raro y Luigi que es raro, casi me estoy volviendo loca. Es triste admitirlo, pero está claro que los tres juntos en casa durante varias horas es una bomba de relojería. Luigi ya no va a trabajar y eso desencadenó una guerra por el ordenador de casa. Por suerte ya se ha comprado otro, un portátil último modelo. Cuando lo compró, todavía no lo habían acabado de fabricar, tuvo que esperar dos semanas para recibirlo. Aún recuerdo el día que llegó. Los dos vivimos un intenso momento de felicidad. Ahora ya puede irse a trabajar a la biblioteca o al bar. En esta ciudad, los bares están plagados de gente con portátiles, a cual más sofisticado. Los libros y los apuntes han pasado a la historia. Esperemos que de este modo vuelva la tranquilidad a nuestro hogar.